De Profundis ★★★★★

Autor: Oscar Wilde – Año de publicación: 1905

Con los asesinatos de Jack el destripador en las calles de Whitechapel, con la aparición de las primeras películas en movimiento y con el encarcelamiento de Oscar Wilde, se despedía el siglo XIX. Impecable manera de despedir una centuria y de iniciar otra. Pero en los primeros años del XX aparecía uno de los materiales literarios en inglés más importantes que verían la luz en las siguientes décadas, publicado póstumamente porque su autor había muerto en 1900, probablemente sin saber que algún día sería leído en todo el mundo y que quizá se trataba de su obra maestra. ‘De Profundis’ es la trágica cumbre de una carrera truncada y muy corta en años pero intensa en palabras, densa en conceptos y revolucionaria en las formas, que albergó casi todos los géneros literarios –lírica, drama, novela, cuento, crítica–, y que se cerró con su mejor trabajo en prosa, en el que de manera instintiva mezcló género epistolar con análisis social, estético y espiritual, lo íntimo –su deseo de decirle a su amante todo lo que pensaba de él y de la tortuosa relación que habían tenido– con lo universal. Pero sobre todo se trata de una desgarradora confesión en la que Wilde se abre en canal para regalarnos un catártico viaje literario del que es imposible no salir conmovido.

Las más grandes obras maestras ven la luz, muchas veces, por caminos sinuosos. Como es bien sabido, Wilde escribió estas páginas durante los dos años que estuvo preso en la cárcel de Reading, cumpliendo pena de trabajos forzados tras haber sido condenado por «indecencia grave» (en otras palabras menos eufemísticas: por ser homosexual y no ocultarlo a la opinión pública), y le entregaba cada día las páginas escritas a su alguacil, que las iba guardando convenientemente. Alrededor de 50.000 palabras que albergan toda la luz y las tinieblas, sobre todo tinieblas, en respuesta a la tremenda injusticia que significó la venganza institucional de la hipocresía victoriana, que por fin había encontrado la manera de destruir a esa brillante mente con la que, a su pesar, tanto se reían de sus miserias y de sus bajezas morales, pero a la que le había llegado la hora de pagar por todo su éxito y por su maliciosa e irrefrenable lengua. Esa lengua que ahora, en un ejercicio de contención inspirada por el dolor y la vergüenza, hablaba por primera vez de sí mismo de la manera más abierta posible, relatándonos las vicisitudes y ruindades de su relación con Bosie, primogénito del marqués de Queensberry.

¿Cuántas veces hemos sido testigos de semejante manifiesto íntimo de boca de un autor de primerísima magnitud? Pero el carácter analítico de esta obra cumbre de Wilde aleja de sí los fantasmas de lo tendencioso o truculento. Leemos asqueados los pormenores de una relación funesta que destruyó la familia y la carrera de Wilde, pero accedemos pasmados a una mente que en la cárcel se muestra, irónicamente, más libre que nunca, sin ataduras genéricas o formales de ninguna clase, permitiéndose el lujo, ahora que lo había perdido todo y se encontraba entre barrotes o realizando duros trabajos forzados, de ser él mismo quizá por primera vez. En teoría, ‘De Profundis’ es una larga carta a su amante Bosie, pero como toda gran obra narrativa, eso es sólo la apariencia. En realidad es una larga carta a sí mismo, al culmen de todas sus ideas estéticas y si se quiere también, por primera vez, espirituales. La privilegiada y culta voz de este literato pone el foco por primera vez en lo macabro y lo tétrico de la existencia, y extrae de ello una luz muy difícil de describir, escarbando en los lugares más infectos de lo que le rodea hasta encontrar motivos por los que seguir dejando una palabra más, una frase más, una página más.

En este texto Wilde se exonera de casi toda culpa o responsabilidad por aquello que le ha acaecido, y carga las tintas contra Bosie y contra una sociedad enferma de parálisis moral. Pero el divo, el personaje Wilde tiene también gran culpa de lo que le sucedió a la verdadera persona que había detrás de todo eso. Wilde se quita la máscara de ese dandy que maravilló a sus contemporáneos y por fin vemos sólo a la persona encarando su completa destrucción social, la muerte de su madre mientras él estaba en prisión, la prohibición de sus obras en suelo inglés, la difamación de su nombre. Wilde lo apostó todo a una carta y perdió sabiendo que era caballo perdedor. Confió en la última persona en la que debió hacerlo porque al fin y a la postre la mayor obra de Wilde era Wilde en sí mismo, el que durante un lustro gozó de una efímera fama, de una gloria extraordinaria, y que conoció una caída en la ignominia como muy pocos han experimentado.

La excelsa prosa de Wilde se aleja aquí de toda floritura decadentista. Sus palabras, que parecen (y sin duda fueron) escritas al rojo vivo de una contenida vehemencia, sin apenas ser corregidas o meditadas, encuentran lo más parecido a la perfección, en un torrente de ideas, emociones y verdades sin capítulos, ni epígrafes de ninguna clase, sostenidos por un dolor inmenso y un desamparo y una vergüenza hechas literatura. Wilde salía de la cárcel en 1897 y moría en 1900, después de reencontrarse con Bosie y de ser de nuevo abandonado por él. No le hubieran dado el Nobel, ni mucho menos le habrían devuelto los derechos de sus obras, ni aunque viviese tres décadas más. Su muerte fue la de la justicia y la esperanza, el triunfo de la pacata sociedad inglesa frente a la sensibilidad irlandesa. Pero a Wilde se le seguirá recordando como una de las figuras más prominentes de la lengua inglesa del siglo XIX, algunos cientos de años más.

Puntuación final: 10

3 comentarios sobre “De Profundis ★★★★★

  1. Dejando a un lado mi ferviente admiración por Wilde, debo decir que tu crítica es estupenda, amigo. El por qué y el para qué de la obra, su génesis; los avatares temáticos y filosóficos que contiene; además de su magistral y única envoltura formal, tan ignorada, hasta donde yo sé, por parte de todo otro crítico que se haya ocupado de ella; todo ello está primorosamente delineado…
    Mí más grata enhorabuena, colega.
    Abrazos!!!

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